Sacarlo de los hábitos cotidianos no es tarea fácil, pero debe hacerse gradual y contundentemente.
En reciente entrevista en la Radio Nacional, Fernando Trujillo, director de la Fundación Omacha, analizó los principales retos ambientales del país para el 2019.

Entre ellos destacó la deforestación, la contaminación y preservación del recurso hídrico y el uso del plástico. Frente a este último factor, cabe decir que la producción per cápita nacional de este material es de 24 kilogramos/año, es decir, cerca de 66 gramos/día.

Una bolsa plástica de talla media pesa alrededor de 5 gramos, es decir que, en promedio, sería como si un colombiano produjera 13 bolsas plásticas cada 24 horas. Si extrapolamos esto al total de la población, que, según el Dane 2018, llega a 45,5 millones de habitantes, resultaría que al año, los colombianos producimos alrededor de 1,1 millones de toneladas de este material.

Es una cifra alarmante, toda vez que el plástico no solo queda enterrado en los rellenos sanitarios, sino que, al parecer, una parte significativa se fracciona en microplásticos imperceptibles para el ojo humano, y muy dañinos para los animales que habitan ríos y mares.

A partir de abril de este año, la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la Fundación Museo del Mar y el Acuario Mundo Marino, con apoyo de la Universidad de Viena (Austria), iniciarán un diagnóstico del tipo y la cantidad de microplástico presente en una de las zonas costeras más sensibles y de mayor desarrollo turístico, habitacional e industrial del país: la del departamento del Magdalena.

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El objetivo es tener una radiografía actual del daño potencial que podría haber en nuestras costas, producto de toda la actividad socioeconómica del país, que se revierte al final en nuestros mares, y a partir de eso definir pautas de manejo, control y conservación, aumentando así el esfuerzo investigativo que ya viene haciendo Invemar en esta área.

Las acciones, mientras tanto, deben ir más allá de reciclar y de no usar pitillos o bolsas plásticas; el enfoque debe estar puesto en lograr un cambio cultural, de estilo de vida, que permee también los productos de aseo, de belleza y de trabajo que usamos y la forma como compramos alimentos, solo por mencionar algunos ejemplos.

Sacar de nuestros hábitos cotidianos el plástico no es una tarea fácil, pero debe emprenderse de manera gradual y contundente. Solo así se lograrán cambios que beneficien la naturaleza.

ANDRÉS FRANCO HERRERA
Director del Departamento de Ciencias Biológicas y Ambientales de Utadeo

Tomado de:
eltiempo.co
VIDA

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